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Números notables en la antiguedad

Nomen omen: el nombre es profecía, destino. Este antiguo adagio bien podría sustituirse por <<el número es profecía, destino>>, pues desde los tiempos antiguos el número ha servido no sólo para realizar profecías, sino también para configurar el destino de personas y pueblos.

La religión asirio-babilónica estructuraba el mundo celestial siguiendo una armonía numérica, armonía regida por el sistema sumerio-acadio de numeración, en la que el simbolismo de los números formaba parte inseparable del nombre de los ciudadanos, e incluso del de los dioses, que también eran designados por cifras cuneiformes.

\( m= \frac{a}{b} \)